Steve Jobs

por Corrás

Steve JobsSteve Jobs de Walter Isaacson, es un libro que me interesaba leer por cercanía. No soy un gurú de la tecnología ni millonario de Silicon Valley, pero me crié en una época donde la irrupción de la informática personal agrandó las figuras de Sir Clive Sinclair, Sir Alan Michael Sugar (CEO de Amstrad), Bill Gates con Microsoft y Steve Jobs/Wozniac con Apple.

De Sinclair tuve el ZX81, de Amstrad el 1512, de Microsoft he utilizado todo su software y de Apple no he tenido ningún dispositivo.

Posiblemente la razón de no haber sido usuario de la marca de hardware más conocida del mundo, sea la misma por la que siempre he sentido cierto rechazo a los productos de Microsoft, utilizando cuando el trabajo me lo permite las alternativas free.

Hay diferencia entre la capacidad para desarrollar productos innovadores y el acierto rediseñando.

IBM, Xerox, hewlett packard, Sony, Kodak, Sinclair, Orion, Amstrad, BBC, Commodore, Amiga, Atari y un sinfín de empresas desaparecidas o no, reflejan el esfuerzo por facilitar  a sus clientes los mejores productos, compitiendo por ser las más innovadoras.

Microsoft y Apple apuestan por la importancia del diseño, la distribución, el código cerrado, la incompatibilidad, la obsolescencia. Es el afán por no dejar competir a otros fabricantes ni en calidad ni en precio acaparando patentes, acuerdos exclusivos y comprando todo lo que pueda convertirse en una amenaza seria.

A su manera, los dos grandes gurús de la informática han monopolizado mercados para amasar grandes fortunas.

El libro permite entender la frase «Hasta el infinito y más allá» en ese afán de acapararlo todo, enriquecerse hasta rozar lo absurdo, a la vez que se dice despreciar el dinero.

Sólo hay que ver cualquier película de Pixar, cargada de valores universales para retratar la doble moral empresarial.

Lo más sorprendente de la biografía del Jobs el visionario, el mejor diseñador industrial contemporáneo, no es el desapego por socios, colaboradores, trabajadores y familia, sino llegar al extremo de creerse por encima de la enfermedad y la muerte.

Desgraciadamente un cáncer le recordó que ¡¡por ahora!!, ante la enfermedad y la muerte seguimos siendo iguales ricos y pobres y no podemos cambiar la quimio por dieta porque los dólares nos conviertan en sabios.

En mi caso preferiría poseer las destrezas y el carácter de Wozniac, antes que la visión empresarial y falta de entrañas de Jobs.

Quede claro que recomiendo el libro y le reconozco al protagonista un enorme mérito en todos los éxitos que logró en sus aventuras empresariales.