Esperanza

por Corrás

La esperanza es lo último que se pierde, si no que le pregunten a los madrileños, que la disfrutan desde hace tiempo. Curiosamente se la cataloga de líder populista, más que por ser del pueblo, por ser del popular. Tremenda adicción la de nuestros políticos, que cuando les diagnostican Cáncer, les tiembla la voz al afirmar que no se retiran, morirse es posible, retirarse inaceptable.

En los próximos años asistiremos al cementerio de los elefantes: ruinas políticas que se arrastrarán por los hemiciclos «trabajando» incansables hasta fallecer en mitad de los plenos, unos de insuficiencia cardíaca, otros de fallos multiorgánicos, la mayoría de aburrimiento.

Se puede entender el afán de esos elefantes por estirar su vida lúdica más que laboral, para qué una aburrida jubilación si estás en condiciones de disfrutar algo mejor que los viajes del Inserso, pero es vergonzante que se los anime desde el círculo de palmeros ¡¡¡Manuel, estás hecho un chaval!!!, sean del partido o familiares a los que la jubilación de «su» político les parece un premio de consuelo.

Si la ley no pone freno, los estatutos de los partidos tampoco, ni el interés por la familia, está claro que vergüenza para retirarse poca, cuando llegan las enfermedades o la vejez y ejerces desde antes que existiera la Seguridad Social.

Si es correcto obligar a unos mínimos de cotización, edades máximas de jubilación obligada, causas obligadas de baja laboral, no hay motivo objetivo para que en esto también sean diferentes al resto de ciudadanos.

Bastante fortuna supone afrontar momentos difíciles para todos cubierto al 100%, sin listas de espera, los mejores especialistas, etc. para amenazar con no irte nunca ni no es con los pies por delante.

Lo que tenga que ser, sea.